miércoles, 5 de febrero de 2014

Resumen sesión 1: Del por qué del asunto que nos convoca en esta nueva versión de la Cátedra Mercedes Rodrigo


La cátedra Mercedes Rodrigo en su novena versión pretende hacer conjugar tres realidades de las cuales descolgar comprensiones que permitan enriquecer el diálogo permanente de la sociedad, única manera de asegurar la paz: la primera ya enunciada: la paz y su correlato la guerra, en una nación que enfrenta el lastre de un conflicto armado interno anacrónico, que pervive quizás como herencia del fracaso de la modernidad democrática. La memoria, segundo eje de articulación aporta el método, como una apelación al recuerdo y la historización del presente para recomenzar, para hacer la senda de la reconciliación. Por último, la referencia a  las regiones pretende anteponer a la mirada centralista y monolítica desde la que históricamente se ha entendido la paz por parte del estado, lecturas plurales desde los contextos específicos y las relaciones socio-históricas locales que avivan, sufren y/o enfrentan la guerra.

Esta propuesta emerge desde un escenario situado en un territorio específico de la geopolítica nacional, el suroccidente colombiano, contexto donde el conflicto armado adquiere connotaciones particulares relacionadas con las condiciones multiétnicas de la población y su lucha histórica por los territorios que ocupan ancestralmente y con los que han construido fuertes vínculos de arraigo. En tal sentido, el conflicto armado es una expresión de la prolongación en el tiempo de las relaciones de poder coloniales, excluyentes y discriminatorias, que solo es posible resolver con la democratización de las costumbres políticas y sociales que permitan el diálogo para el reconocimiento intercultural y la aceptación de la diversidad étnica.

En tal sentido es que desde el sur del país vemos necesaria, pertinente y oportuno proponer un ejercicio académico de lecturas, en plural, del conflicto armado desde las regiones, que permita visibilizar esas especificidades territoriales, producto de un país de regiones, frente a las cuales las políticas centralistas de confrontación o de paz de los diferentes gobiernos han sido ciegas o insuficientes.
“El conocimiento por un pueblo de la historia de su opresión forma parte de su patrimonio, y por ello, se debe conservar adoptando medidas adecuadas en aras del deber de recordar que incumbe al Estado. Esas medidas tienen por objeto preservar del olvido la memoria colectiva, entre otras cosas para evitar que surjan tesis revisionistas y negacionistas” (ONU, 1997).

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